Por tierra y por aire, los ingresos a Chile desbordan de turistas

Las largas filas de vehículos en el lado chileno del túnel Cristo Redentor, justo antes de ingresar al Complejo Los Libertadores, ya son habituales durante las temporadas de mayor afluencia. Sin embargo, esta situación también se replica en los controles migratorios del Aeropuerto de Santiago de Chile, que enfrenta una crisis operativa que se ha extendido por semanas.

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La Asociación Chilena de Líneas Aéreas (Achila) emitió recientemente un comunicado crítico, advirtiendo que el aeropuerto está prácticamente colapsado en la zona de controles migratorios de la Policía de Investigaciones (PDI). El problema se agrava aún más con el aumento del tráfico de pasajeros propio de las festividades de fin de año.

Tanto empresas como viajeros han denunciado los inconvenientes, compartiendo imágenes de las largas filas que superan la zona de control. La instalación de máquinas de autogestión para los controles migratorios, que se esperaba agilizaran los procesos, ha resultado contraproducente, generando acumulaciones de pasajeros y complicando el flujo habitual.

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En respuesta, la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) habilitó un segundo puesto de control en el Aeropuerto de Santiago. Este punto adicional será destinado preferentemente al uso de tripulaciones aéreas y otros trabajadores del aeropuerto, intentando descongestionar la terminal principal.

Los horarios más críticos en el Terminal 1 son en la madrugada, entre las 3 y las 7, cuando se concentra el tráfico de vuelos nacionales. Por la tarde, las filas suelen formarse entre las 18 y las 19.

Para los mendocinos que opten por volar para evitar las esperas en la frontera terrestre, la situación en el aeropuerto podría resultar sorpresiva, al encontrarse con una logística aérea igualmente complicada.