Cuarentena: ¿Por qué las reuniones por Zoom son tan cansadoras?

Algunas razones como por ejemplo el estrés que provoca mirar nuestra propia cara, el caos inocultable de la casa y las fallas en la conexión generan mucho más angustia que la comunicación cara a cara.




Para muchos trabajar desde la casa durante la crisis del coronavirus ha significado pasar mucho tiempo en aplicaciones de reuniones de video, como Zoom, Jitsi o Hangouts. Los efectos de esto nos han tomado por sorpresa.

Arreglarse para la pantalla puede ser algo estresante si además lo combinamos con tratar de generar armonía en el caos que puede llegar a ser la intimidad de nuestra casa.

¿Entonces, por qué son más agotadoras las reuniones de Zoom que las cara a cara?

1. Nos perdemos mucho de la comunicación no verbal

Nuestros sentimientos y actitudes se transmiten en gran parte con señales no verbales como expresiones faciales, el tono y registro de la voz, gestos, postura y la distancia entre los comunicadores.

En una reunión cara a cara procesamos estas señales en gran parte de forma automática y al mismo tiempo podemos oír a la persona que habla.

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Pero en una conversación por video necesitamos trabajar más duro para procesar las señales no verbales. Poner más atención en esto consume mucha energía. Nuestras mentes están juntas cuando nuestros cuerpos sienten que no lo están.

Esta disonancia, que hace que la gente tenga sentimientos conflictivos, es agotadora.

2. ¿Y si los niños se meten en la reunión?

Nos sentimos ansiosos sobre nuestro espacio de trabajo remoto y controlamos eventos que podrían hacernos quedar mal ante nuestros colegas.

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Y ninguno de nosotros quiere parecerse a la presentadora de televisión y experta en modas Trinny Woodall que estaba haciendo una transmisión en vivo cuando su pareja entró en pantalla caminando desnudo por el cuarto.

3. No hay cómo ponerse al día con las conversaciones de pasillo

En persona, a menudo nos encontramos con gente camino a una reunión y nos ponemos al día o discutimos nuestras opiniones antes de comenzar. Vamos por café, y el simple acto de caminar hacia una sala diferente nos motiva.

Pero en la casa, quizás estamos trabajando en una tarea y después entramos a Zoom, a menudo sin tomar un descanso.

Además, se sabe que caminar mejora la creatividad, lo que subraya la importancia de las discusiones mientras caminamos hacia la reunión o cuando nos movemos durante la reunión o en las ahora populares reuniones de pie.

Pero con las llamadas de Zoom no podemos caminar. Y dónde nos reunimos también importa.

4. Mirar nuestra propia cara es estresante

El énfasis que se pone en las señales faciales y la capacidad de verse a uno mismo pueden actuar como factores estresantes. Ver nuestras expresiones faciales negativas (como enojo y disgusto) puede llevar a emociones más intensas que cuando vemos expresiones faciales similares en los demás.

5. ¿Me escuchas o estás congelado?

El silencio en las conversaciones de la vida real es importante y crea un ritmo natural.

Pero en una llamada de video, el silencio te provoca ansia por la tecnología. Incluso un retraso de 1,2 segundos en la respuesta online puede hacer que la gente perciba a la persona que habla como menos amistosa o enfocada.

Además, la frustración con las personas que abren y cierran su micrófono, el retraso de las conexiones y el ruido de fondo significan que la reunión rara vez fluye sin contratiempos.

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