"Miedo al rechazo": la historia de un mendocino que fue repatriado, se contagió de coronavirus y lo superó
Detrás de los números de contagiados por coronavirus, de los muertos, de las curvas y las estadísticas, hay personas que sufren, llenas de miedo, aisladas del mundo. ¿Qué pasa por la mente de esos individuos que un día se enteran de que están contagiados? ¿Cómo reaccionan al saber que pueden enfermar a sus seres queridos o a cualquier persona que se les acerque? ¿Cómo es pasar días y días encerrado en una habitación rogando que el virus se vaya rápido? ¿Qué niveles de temor se pueden experimentar si el infectado es uno?
Cuando la pandemia explotó en el mundo, el mendocino Martín Osso estaba en Cuenca, Ecuador. Hacía diez meses que había dejado Mendoza para viajar. Empezó por el norte argentino. Después estuvo en Bolivia y Perú. Su meta era México, pero los planes cambiaron. Luego de una travesía de dos días, que incluyó traffic por rutas ecuatorianas, viaje de ocho horas en un Hércules a Buenos Aires, micros, espera y trastornos entre Córdoba y San Luis, pudo llegar a Mendoza y se instaló en un hotel para cumplir el protocolo.
Pero a los dos días, cuando se despertó a hacer respiraciones como todas las mañanas, sintió un presión extraña en el pecho y un dolor de garganta para nada común. Llamó al 0800 covid y al rato lo contactó una médica.
-Martín, armate los bolsos porque te vamos a llevar al hospital y te vamos a hacer el hisopado- escuchó al otro lado del teléfono.
Fue al Lencinas. Esa misma noche le dieron el resultado: era positivo de coronavirus.
"El gran desafío fue el proceso interno", cuenta Martín a Vox Populi. "Fui asintomático, nunca tuve fiebre ni se me subió la presión. Tenía tos y presión en el pecho que se fue yendo con el correr de los días. Entonces era más el enrosque en la cabeza que otra cosa", dice.
"Lo primero que hice fue contarle a amigos cercanos. Después le conté a la gente con la que había compartido tiempo en Ecuador, para que supieran. Al final ninguno estaba infectado. Mi vieja era la que más me preocupaba porque ya había sido un trastorno el regreso de Ecuador, entonces contarle ahora que tenía coronavirus era medio heavy. Mi hermana fue la intermediaria que habló con ella y después hablé yo", recuerda Martín sobre sus primeros momentos siendo un paciente infectado.
- ¿Pensabas en cómo sería la reacción de los demás al conocer tu estado?
- Tuve temor por cómo iba a ser la reacción de los conocidos. También con el rechazo que había a nivel social con la gente que tenía coronavirus e incluso con la gente que trabaja en el ámbito de la salud. Era como mucho temor a que se enterara gente, por miedo a las represalias que pudiera haber. Ahí empecé a entender que estamos acostumbrados como sociedad a que mientras más miedo tenemos más silencio hacemos y me preguntaba por qué todo el tiempo. Desde chico nos decían que no teníamos que ser cagones, entonces uno al miedo lo trata de ocultar porque en algún punto nos da vergüenza decir que tenemos miedo. Entendí que la manera de sanar eso era compartirlo.
- ¿Sentiste ese rechazo del que hablás?
- Un amigo, que ya no lo es tanto ja, me dijo que yo era un egoísta, que yo tenía que contarle a todos porque podría haber expuesto a mucha gente. Después entendí que mi amigo había reaccionado desde el miedo. Un familiar me dijo que para qué había vuelto, porque yo había traído el virus para acá. Fueron dos o tres personas que me dijeron cosas negativas, pero entendí que todos hablaban desde el miedo y la desinformación. En general después la gente, excelente: familia, amigos. Igual uno carga con una culpa extraña porque no sos del todo responsable de la situación, pero igual te sentís algo culpable.
Martín estuvo internado 14 días. Cuando dos hisopados le dieron negativos pudo irse del hospital. De todas maneras, volvió a aislarse por un tiempo para mayor precaución.
De sus días en el hospital, quiere remarcar una anécdota que le hizo ver otra arista de toda esta situación.
"Una mañana hablé un poco con una mujer que iba a desinfectar la habitación -cuenta Martín-. Me dice que estaba mal por estar expuesta a gente con coronavirus. Cuando uno no sabe qué decir, dice estupideces. Le dije: ‘Bueno, mirá hoy va a salir el sol, va a estar lindo'. Y la mujer me dice: ‘Hoy no voy a poder estar muy atenta al sol porque voy a tener que estar ocho horas limpiando habitaciones. Si yo hubiera tenido los recursos, hubiera estudiado abogacía, que era mi sueño, pero al final no pude y hoy limpio la basura de gente con coronavirus'. Suena fuerte, pero era la posta. Ahí entendí un poco la situación de privilegio que seguía teniendo a pesar de tener coronavirus, y entendí un poco la importancia de empezar a visibilizar el trabajo del personal de limpieza y de los enfermeros".
Martín tiene una cuenta en Facebook y en Instagram donde contaba su periplo por Sudamérica. Se llama Viajero Descalzo. Allí, una vez que estuvo curado, dio a conocer su experiencia. "Ha sido muy loco hablar un poco de los miedos. Por ejemplo, me escribió un amigo que tiene HIV y no le puede contar a la familia y tiene mucho miedo. Después me escribió una chica que no conozco que tiene una enfermedad crónica y todavía no le cuenta a la familia. Hablar un poco de la enfermedad y el miedo me dio la posibilidad tener contacto con realidades diferentes a las mías y se generó algo muy interesante ahí", reconoce.
Durante sus días aislado en una habitación, rememora: "Me ayudó estar en contacto con gente que me dio buenas energías, cariño. Me ayudó mucho mantenerme ocupado. Trataba de hacer ejercicios, de leer. Amigos me llevaron juegos, libros, para mantenerme activo". "Si tu salud te lo permite tratá de hacer una vida normal dentro de eso. Y animarse a compartir", aconseja a quienes pasen por la misma experiencia.
Por último, pide que "la gente se siga cuidando, sigamos con la cuarentena. Y los que hoy no crean mucho en el virus por lo menos que lo hagan por respeto al personal de limpieza, de salud, médicos que están arriesgando la vida hace rato. Hay que romper con esa hipocresía social y con ese miedo. Lo que nos tiene que dar miedo es el rechazo al diferente".