Científicos de Mendoza en un estudio internacional que demuestra el efecto letal del calentamiento global en los árboles
Un estudio internacional, publicado en la revista Nature Communications, y en el que participaron científicos argentinos con base en Mendoza, muestra que los árboles que crecen más rápido tienen una vida más corta.
La conclusión es el resultado de un extenso trabajo que se basó en el análisis de más de 200 mil registros de anillos de árboles de 82 especies de todo el mundo. Tras esto, el grupo de trabajo internacional concluyó que el calentamiento global y las altas emisiones de dióxido de carbono (CO2) están haciendo crecer más rápido los árboles, pero a su vez, que mueran antes que los de crecimiento lento.
Esto representa un gran impacto en la dinámica del ciclo del carbono a escala global ya que el CO2 almacenado en los bosques se liberaría nuevamente a la atmósfera antes de lo previsto.
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Uno de los representantes locales es Ricardo Villalba, investigador superior del CONICET en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza.) quien consultado por los resultados del estudio afirmó: "Los bosques representan uno de los sumideros más importantes de carbono en la superficie del planeta. Dado que el CO2 es el principal componente de los gases de efecto invernadero (GEI), es muy importante que los bosques lo retengan en su estructura y no sea liberado a la atmósfera".
"Si aumenta el contenido de estos gases, aumenta la cantidad de radiación retenida por la atmósfera, y se intensifican el calentamiento global y su impacto en los sistemas naturales y las actividades socio económicas", explicó Villalba
Por su parte, Lidio López, investigador adjunto del CONICET en el mismo instituto e integrante del estudio, señala que los resultados cuestionan la efectividad de las reforestaciones de rápido crecimiento favorecidas por el incremento de dióxido de carbono en la atmósfera como fuentes de almacenamiento de largo plazo del CO2 atmosférico.
"Efectivamente este compuesto será capturado por los nuevos árboles, pero si su crecimiento es rápido morirán antes y el CO2 retornará a la atmósfera. En otras palabras, los bosques no tendrán el efecto de un sumidero de carbono de muy largo plazo. La retención de carbono, fundamentalmente en el tronco y la raíz de los árboles, no tendrá un resultado de siglos o milenios", destaca López.
Por último, Villaba afirma que el estudio demuestra que cada vez resulta más urgente poder frenar las emisiones de gases de efecto invernadero. "Los seres humanos se han beneficiado en las últimas décadas de la capacidad de los bosques para almacenar cada vez más carbono y reducir la tasa de acumulación de CO2 en la atmósfera. Sin embargo, es probable que esto se modifique a medida que los árboles de crecimiento lento y persistente sean reemplazados por árboles de crecimiento rápido, más vulnerables a los cambios ambientales", concluye Villalba.