"Estaba muy borracho y se me fue la mano": un hombre descuartizó a una docente jubilada
Uno de los casos más estremecedores del 2020, que ocurrió previo a la pandemia, tuvo importantes novedades en el inicio de esta semana cuando un imputado pidió hablar ante un juez.
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Vecinos de la zona aledaña al Arroyo Saladillo, Santa Fe, presenciaron una escena de horror cuando un cuerpo apareció flotando en el agua. Pasó un mes para que los peritos pudieses comprobar que el cadáver, que estaba trozado en siete pedazos y el cual estuvieron 72 horas para recolectar, pertenecía a María Isabel Ruglio, una docente jubilada de 73 años.
Los investigadores rastrearon su domicilio y al llegar se encontraron con que allí vivía un matrimonio, que a su vez atendían una verdulería en un negocio de enfrente. En ese momento, hombre y mujer quedaron detenidos por ser los principales sospechosos del aberrante crimen y ambos hace un año y seis meses esperan por el juicio oral donde arriesgan cadena perpetua, pero todo cambió en las últimas horas.
Marcelo Alberto Fernández, uno de los acusados, pidió la palabra ante un juez luego de 18 meses sin emitir una sola palabra. "Esa noche llegué y estaba muy borracho. Tuvimos una discusión, ella agarró un cuchillo, yo la agarré del cuello y se me fue la mano. No la quise matar", explicó en una audiencia ante el Magistrado.
"Mi esposa nada tiene que ver con esto", aseguro también frente al fiscal Adrián Spelta y ante el juez Gustavo Pérez de Urrechu. El hombre, que se confesó como autor material del crimen de la docente, explicó que contó con la ayuda de un tercero para hacer desaparecer el cuerpo.
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Tras haber matado a María Isabel Ruglio, el asesino explicó que contó con los servicios de una persona que le ayudó a descuartizar a la difunta y que buscó hacer desaparecer -sin éxito- el cuerpo. Como forma de pago, él entregó un departamento que estaba a su nombre.
Marcelo Alberto Fernández explicó también que demoró mucho su declaración porque no se sentía cómodo o seguro para hacerla por Zoom o videoconferencia. Tras dar semejantes detalles de lo ocurrido, Josefa Richarte Carrasco (58), pareja del asesino, podría verse beneficiada si así lo considera el juez.
Hasta el momento, ambos sujetos se encuentran tras las rejas por una causa que lleva la carátula de "homicidio calificado por codicia", ya que los investigadores buscan comprobar que a la docente la mataron para quedarse con su casa.